lunes, 4 de marzo de 2013

Forma de vida de los Nacionalistas

Entre la infantilidad y el golpismo, tapan el
retrato del Rey en la toma de posesión de
Artur Mas como presidente autonómico
el 24 de diciembre de 2012

Para comprender la mentalidad separatista, algo no logrado aún por ningún Gobierno de la nación, resulta imprescindible partir de la base de que es un movimiento profundamente cínico. De un cinismo inmenso, descomunal, sin parangón. Que ha encontrado en la mentira y en la manipulación sus armas preferidas.

Especialidad suya es vestir con palabras biensonantes cosas ilegales y antidemocráticas. Por ejemplo, a la imposición del catalán la denominan normalización lingüística ―quienes en Cataluña nos resistimos a dejar de hablar habitualmente en español debemos de ser, por tanto, “anormales”―; al soborno institucionalizado de la prensa lo bautizan con cada golpe de subvención como ayudas al catalán, o protección de una lengua minoritaria también; y tomar de la legalidad sólo aquello que les conviene mientras desacatan el resto recibe de boca de ellos el eufemístico nombre de soberanismo.

el 24 de diciembre de 2012 Su más reciente timo en marcha, lo último con lo cual están retorciendo la semántica, es el tan cacareado dret a decidir ('derecho a decidir'), un eslogan repleto de connotaciones positivas que hábilmente esgrimen para confundir a los incautos y acomplejar a los constitucionalistas. Porque ¿quién sería capaz de oponerse a que el pueblo resuelva sobre cualquier asunto en libertad, quién? ¿Un malvado, un incivilizado, un monstruo? ¿Alguien con profunda aversión hacia la democracia? ¿Quién? Pues, para empezar, ellos. Que con tan artero truco pretenden hurtarnos nuestra soberanía a todos los españoles en cuestiones fundamentales como un cambio en nuestro modelo de Estado, o la modificación de las fronteras de España asociada al desgajamiento de una parte. Además de aspirar a quedarse con infraestructuras pagadas por todos.

domingo, 3 de marzo de 2013

ACOMPLEJADOS por vivir en Cataluña


El Nacionalismo arrasa con todo, nos hace perder nuestra identidad, nuestra lengua nuestras tradiciones, nuestra historia y en algunos casos hasta nuestra dignidad.

Sí, así es; nos hace perder nuestra identidad cuando nos obliga, de hecho, a cambiar nuestro nombre para no ser ninguneados por la administración o por nuestros compañeros, ¡son tantos los ejemplos de Joans, Peres e incluso, Gueraus, que antes eran, Juanes, Pedros y Gerardos en sus propias casas!

Nos hace perder nuestra legua cuando nos prohíbe educar a nuestros hijos, rotular nuestros negocios o dirigirnos a la administración en nuestra lengua materna.